Los centros de trabajo en los que desarrollan su labor decenas de empleados son espacios en los que se demandan herramientas de distintos tipos, material fungible, fluido eléctrico o medios técnicos más o menos imprescindibles para que los empleados alcancen sus objetivos de producción. Las empresa, por lo tanto, invierten una parte importante de sus presupuestos en esos recursos, muchos de ellos incluidos como gastos corrientes. Sin embargo, hay otros gastos que también resultan necesarios y que, a menudo, los empresarios pasan por alto, a pesar de que en realidad sean imprescindibles, y se trata de algo tan vital como la hidratación de los trabajadores. Existen distintos recursos necesarios, como los relacionados con la protección laboral, entre los cuales se debería incluir justamente el agua de la oficina, ya que en definitiva es otro mecanismo de protección del trabajador, que ayuda a mantener y mejorar la salud del empleado. El agua de la que un trabajador dispone en su centro laboral para beber, debería concebirse como un recurso gratuito a pie de obra, disponible además en la misma sala o departamento de trabajo. Las fuentes de agua para oficinas, tanto las de botellón como las que están conectadas a la red pública y que contienen sistemas de purificación, representan sin duda una inversión en salud laboral; una inversión que las empresas deberían tener en consideración, ya que el rendimiento de un trabajador hidratado siempre será superior que el de uno que no lo está, dado que la falta de agua propicia el agotamiento tanto físico como intelectual.