Ya hemos hablado en otros posts acerca de las 3 R y su importancia: reducir, reutilizar y reciclar. Y todos sabemos en qué consiste cada una de ellas, evitar generar residuos innecesarios, aprovechar al máximo lo que se tiene aunque sea solo una parte y usar los propios residuos como recursos. En esta ocasión hablaremos de los contenedores de reciclaje, qué se echa en cada uno de ellos y qué cosas no se tienen que tirar allí.
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El reciclaje de papel usado busca recuperar este material para convertirlo en nuevos productos de papel. Hay 3 categorías que se pueden emplear como material reciclado, el papel triturado o molido, que son los recortes que proceden de la propia fábrica; el desecho preconsumo que ya ha pasado por fabricación y se ha rechazado y el papel usado, como revistas y libros viejos, material procedente de las oficinas, etc.
Este último es el papel que se tira a los contenedores de reciclaje de color azul.
Todo tipo de revistas, cuadernos, periódicos, envoltorios, folletos y sobres sin ventanilla.
Cajas de cartón de embalar, cajas de alimentos (cereales, precocinados, galletas, etc.) y de zapatos.
Hueveras, tubos de papel de cocina y otros envases de cartón.
Papel plastificado o encerado, de los que se usan para envolver carnes y pescados. Papeles con restos de pegamento, de fax o papel fotográfico.
Papeles impregnados de grasa o residuos de algún tipo.
Pañales o compresas, pañuelos o toallas de papel usadas.
Plásticos, briks o envases de polexpan (corcho blanco).
El reciclaje de plásticos y envases busca recuperar al máximo posible los residuos plásticos, metálicos y otros para aprovecharlos de nuevo, convirtiéndolos en nuevos productos o en combustibles.
Botellas de plástico de todo tipo.
Latas de conservas.
Tapones y tapas de envases, metálicas y plásticas.
Film y papel de aluminio.
Botes de aerosol.
Bolsas.
Envases de yogur y sus tapas.
Todo tipo de briks.
Bandejas de polexpan.
Tubos de dentífrico o similares.
Juguetes y cubos fabricados en plástico.
Chupetes, tetinas y biberones.
Menaje de cocina.
Papel plastificado usado para envolver carnes o pescados.
Tappers.
Moldes de silicona.
Cajas de vídeos, cintas de cassette, DVD, etc.
Envases farmacéuticos.
Bolsos y neceseres fabricados en material sintético.
El vidrio y sus desechos se recuperan con el fin de fabricar nuevos productos de este material. Su recuperación reduce la cantidad de residuos que acaban en el vertedero, que se traduce en menos consumo de energía y materia prima para fabricar vidrio nuevo.
Botellas de vidrio (vino, leche, cava, zumos, etc.).
Frascos (colonias, ambientadores).
Envases de alimentos (yogures, miel, mermelada, conservas).
Bombillas y fluorescentes.
Espejos.
Artículos de cristal (vasos, piezas de vajilla, ceniceros y similares).
Todo lo que no va a los contenedores de reciclaje y no es orgánico, debe llevarse a puntos limpios y centros de recogida donde se les dará el tratamiento adecuado para que no supongan un riesgo en materia de medio ambiente.
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