Una de las definiciones más clásicas de productividad empresarial es la cantidad de artículos o servicios producidos en relación a los recursos utilizados. Se trata de una concepción de la productividad empírica y cuantitativa, cuyo cálculo sería el resultado de dividir la producción total entre el tiempo que se ha tardado en realizarla.
En la práctica, esta forma de calcular la productividad puede tener valor como referencia, pero no deja de ser un dato relativo y parcial, puesto que no contempla la amplia gama de factores que influyen en la productividad: calidad del producto o servicio realizado, nivel de satisfacción de los clientes, proveedores y grupos interesados o el nivel de bienestar y motivación de los trabajadores.
Los indicadores de productividad
Muy ligado al concepto de productividad se encuentran los indicadores de productividad, que son aquellas variables que nos ayudan a identificar algún defecto o imperfección en los procesos de fabricación de un producto o en los protocolos de ejecución de algún servicio. Algunos ejemplos de estos indicadores, que pueden ser cuantitativos o cualitativos, son: encuestas, número de reclamaciones, unidades de productos defectuosos o tiempo dedicado para la fabricación de un artículo o en la resolución de una incidencia.
Tipos de productividad y factores de influencia
En realidad existen diversos tipos de productividad y muchos factores implicados, siendo el ambiente laboral uno de los principales.
Clases de productividad
Uno de los principales errores que cometen las empresas a la hora de plantearse la gestión de la productividad es pensar únicamente en procesos tecnológicos, cuando la potenciación del talento humano es, en la actualidad, probablemente el principal activo de las organizaciones. Por lo tanto, dentro de los diversos tipos de productividad encontramos la productividad de procesos tecnológicos, la productividad del marketing, la relacionada con la innovación y, como hemos comentado, la productividad de los equipos humanos.
Factores involucrados
Los factores que influyen en la productividad son muchos y variados, por lo que no es difícil dejar de contabilizar alguno o no definirlos adecuadamente, lo cual puede afectar negativamente a la consecución de los objetivos previstos por las organizaciones. Algunos de estos factores son: las inversiones en infraestructuras, maquinaria, materiales, formación, etc., el fomento de la investigación, desarrollo e innovación (I+D+I) o el cuidado del factor humano a través de incentivos, así como la correcta planificación de sus seguridad, promoción y bienestar.
Formas de mejorar la productividad
Existen muchos formas para elevar la productividad de una empresa: mejorar los circuitos de trabajo, perfeccionar la parte técnica, invertir en infraestructuras, innovar o investigar cuáles son las necesidades de los clientes para tratar de satisfacerlas en la mayor medida posible. Sin embargo, ninguna de las técnicas anteriormente citadas acabará siendo verdaderamente efectiva, sino se considera a los distintos profesionales y empleados que forman parte del equipo humano de la empresa como el activo más valioso con el que cuentan la organizaciones. La consecución de un buen ambiente laboral en un entorno seguro, donde cada trabajador se sienta suficientemente valorado y motivado, ha de constituir la piedra angular y principal punto de partida de cualquier empresa que pretenda obtener altos índices de productividad, rentabilidad y ventaja competitiva. Post relacionados: