El agua es un fluido tan común y tan integrado en el organismo y en la naturaleza que, a primera instancia, podría parecer un elemento muy simple y carente de secretos.
Sin embargo, el agua está llena de sorpresas. Bajo determinadas condiciones este fluido se comporta, se transforma y se parece a sustancias (líquidas, gaseosas o sólidas) muy dispares, una capacidad de cambio que es consecuencia de la física y de la química particulares de sus moléculas.
El agua puede ser sólida, líquida o gaseosa, de forma que, por un lado, cuando su temperatura desciende hasta los 120 o 130 grados bajo cero, se vuelve viscosa antes de convertirse en un sólido con aspecto de vidrio translúcido; mientras que por el otro, cuando el agua asciende por encima de los 100 grados se convierte en vapor de agua y por debajo de los 0 grados pasa a ser hielo. No obstante, hay aguas que bajo determinadas presiones no se congela muy por debajo de esta temperatura límite, y que tampoco se convierte en vapor por encima de los 100 grados.
Este curioso fenómeno se debe a que, en realidad, lo que necesita el agua para convertirse en hielo o en vapor al alcanzar la temperatura adecuada es lo que se conoce como puntos de nucleización, sustancias como impurezas, polvo o burbujas alrededor de las cuales se desencadena el proceso de congelación o de evaporación.
Por este motivo, cuando el agua carece de esos puntos de nucleización y se somete a determinadas presiones ambientales, será mucho más difícil que abandone su estado líquido.
Otra característica singular del agua es que su fórmula correcta no debería ser H2O, sino H1.6O, dado que con el descubrimiento de su naturaleza cuántica, se ha podido comprobar que las moléculas de agua tienen un cuarto menos de protones de hidrógeno de lo que se pensaba y, a pesar de esto, sus moléculas funcionan como si en realidad hubiese dos moléculas denteras de hidrógeno.
En definitiva, el agua en general, y también la que emana de las fuentes de agua de las oficinas, tiene una naturaleza que no deja de sorprender a medida de que se ponen de relieve nuevos descubrimientos.
Imagen cortesía de Stoonn