El sabor del agua se escribe en la lengua

El agua siempre es un líquido incoloro, inodoro e insípido. Se define como incolora, porque es transparente; inodoro, porque no huele a nada; e insípida porque no sabe tampoco a nada. Sin embargo, estas tres características no siempre resultan tan evidentes y pueden no ser tan ciertas en determinados casos. Si se ponen a prueba los sentidos, se puede observar que el agua, en realidad, sí que tiene color. Se trata de una tonalidad azulada o, en ocasiones, verdosa, que adopta al acoger la luz de los objetos que se encuentran a su alrededor, es decir, que capta las emisiones de luminosidad, de forma que adopta un color particular según el entorno, aunque sea de forma indirecta. La segunda característica define el agua como inodora, porque no huele, aunque en realidad dicha característica solo es común en las aguas puras.

 

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En cuanto a la ausencia de sabor, también es cuestionable, ya que los minerales que contienen le pueden conferir distintos aromas en función del tipo de mineral y la proporción y en la que se encuentre en ella. Además, muchas aguas se tratan con componentes químicos que también le confieren sabores característicos. En cualquier caso, los umbrales de percepción del gusto a la hora de captar los sabores de las aguas difieren de forma considerable de una persona a otra. Por este motivo, un agua con cierto sabor salado de fondo, con presencia de sodio, por ejemplo, comenzaría a percibirse en la boca en un individuo adulto sano a partir de una disolución de 0,04 moles de sodio por litro de agua, lo que representa una cantidad muy baja para ser detectada. Las aguas ferruginosas o aguas amargas, por ejemplo, se detectarían cuando la presencia es de 0,0000099 moles por litro, es decir, en proporciones todavía más bajas. Para las aguas dulces la proporción sería superior, de 0,067 moles por litro, y para las aguas mineralizadas con tonos ácido, sería de 0,005 moles por litro. Por lo tanto, por muy bajos que sean los contenidos en minerales, que son los responsables de proporcionar los sabores al agua, el sistema de percepción de gusto a través de la lengua es realmente sensible. Una extrema sensibilidad que posiblemente es fruto de la necesidad del hombre de no exponerse a ser envenenado, sobre todo en la Antigüedad, cuando debía sobrevivir atendiendo a sus sentidos de forma muy diferente a cómo los usa en la actualidad. El agua de fuentes de agua de las oficinas es un agua filtrada y purificada, o un agua mineral, que debe tener un ligero sabor mineral, agradable y natural.

 

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