El carbón activado es un material con una extraordinaria porosidad debido a sus características físicas cristalinas.
Sus características lo hacen muy eficaz como material filtrante, y se aplican, por ejemplo, en los filtros de agua de las fuentes de las oficinas.
Además de su porosidad extrema, se trata de una trama en la que la superficie del carbón activado retiene las partículas que pasan a través de ella, de manera que el agua queda libre de las moléculas que, en mayor o menor medida, resultan nocivas para el organismo. El carbón activado retiene así todas las partículas que producen los sabores y olores desagradables.
La eficacia de este carbón activado también se debe a un fenómeno físico asociado a este tipo de materiales y a este nivel molecular, que es el de la denominada acción de las fuerzas de Van der Waals (bautizadas con este nombre en homenaje a su descubridor el físico holandés Johannes Diderik van der Waals). Estas fuerzas son el resultado de la interacción entre los enlaces covalentes de las moléculas o consecuencia de la relación entre las cargas electroestáticas que se dan en las moléculas o entre partes de una misma molécula.
Todos las fuerzas de Van der Waals son asincrónicas, es decir que su acción depende de la orientación de las moléculas. Esta característica permite la formación de la trama que producen los materiales de carbón acitivado de los filtros de agua, con sus miles de recovecos donde se adhieren las moléculas disueltas en el agua o en suspensión.
Filtros de agua bajo la fuerza que acompaña.