Hidratarse es una acción necesaria e imprescindible para el organismo, no solo para estabilizar las funciones órganicas del cuerpo, sino para mantener las funciones intelectuales y cognitivas.
La deshidratación en mayor o menor medida, provoca dificultades o una disminución de la concentración, a la vez que reduce la capacidad de la memoria y enlenteze los reflejos, una serie de dificultades que, si ocurren en el centro de trabajo, repercuten directamente en el rendimiento físico e intelectual global y, por lo tanto, en el rendimiento laboral de los trabajadores.
En ocasiones, las empresas cuyos trabajadores desempeñan tareas intelectuales rutinarias no son sensibles a las repercusiones que puede tener la deshidratación de sus empleados, aunque solo se trata de una deshidratación leve o de grado reducido.
La deshidratación tiene, en resumen, consecuencias nocivas para la salud laboral, pero también para el rendimiento laboral.
Un trabajador que no tenga un hábito adquirido de beber agua con regularidad, o bien que no pueda hacerlo cuando lo necesite durante su jornada laboral,verá su rendimiento reducido, de forma que, en cualquier caso, no será óptimo.
Por este motivo, resulta esencial que los trabajadores puedan tomar agua de manera natural y regular y, que por lo tanto, el agua sea un bien accesible en la oficina.
La opción más sencilla que existe para poder beber agua de una forma fácil y accesible, y de tenerla siempre a mano, consiste en la provisión de una buena fuente de agua en algún lugar de la oficina o del lugar de trabajo, para que todos los trabajadores puedan hidratarse atendiendo a sus necesidades en todo momento.
Imagen cortesía de franky242
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