La experiencia del mundo empresarial corrobora la importancia de que los directivos, junto con sus otros deberes y responsabilidades, adopten también posturas de liderazgo eficaces en materia de salud y seguridad. Una gestión inteligente en esta materia consiste en garantizar la salud, la seguridad y el bienestar de toda la plantilla mediante la reducción de los distintos riesgos laborales y la protección frente a daños y lesiones relacionadas con la actividad laboral, o bien frente a enfermedades derivadas de dichas actividades. Esta gestión es, en definitiva, un factor clave de impulso para el éxito empresarial continuo, y por este motivo, el deber de un directivo es ofrecer orientaciones estratégicas para la gestión de la seguridad y la salud en la empresa, y conseguir motivar al personal para que actúe con eficacia. Para conseguir un liderazgo eficaz en esta materia, hay que tener en cuenta la relación entre costes y beneficios de un buen liderazgo en salud y seguridad empresarial. Está comprobado, por ejemplo, que el liderazgo es uno de los determinantes clave del bienestar de los trabajadores y es fundamental para la promoción y el mantenimiento de un lugar de trabajo seguro y saludable. Numerosos estudios indican que la presencia de un liderazgo sólido y eficaz repercute positivamente en la salud y el bienestar de los trabajadores.
Un buen liderazgo puede tener, en resumen, los siguientes efectos positivos:
• Fortalecimiento de la reputación de la empresa. • Aumento de la lealtad del cliente. • Mejora de la moral y la motivación entre los empleados. • Mayor capacidad para atraer a los mejores trabajadores y mayor talento, dado que la empresa está mejor valorada como lugar de trabajo. • Capacidad para conseguir nuevos contratos. • Mejor productividad y mayor eficiencia operativa En cambio, un liderazgo y una gestión insuficientes o mal gestionados en el lugar de trabajo pueden tener distintas consecuencias negativas para los trabajadores, entre ellas, un aumento de los casos de ansiedad, depresión y estrés laboral entre los trabajadores, que propicia una aumento del número de bajas por enfermedad y de las pensiones por discapacidad. Por consiguiente, un liderazgo deficiente en el ámbito de salud y seguridad en el trabajo puede causar daños que afecten a la reputación o a la economía empresarial, y contribuir además a un rendimiento operativo y financiero deficiente. Un ejemplo claro de una mala gestión en la materia es el de una empresa química que calculó que el tiempo que se perdía a causa de incidentes que impedían a los trabajadores trabajar durante uno o dos días superaba el equivalente a 22.000 euros. Dicho coste económico se calculó teniendo en cuenta los siguientes factores: • El tiempo de gestión para investigar un incidente. • El cese de la producción para la investigación de dichos accidentes. • Las posibles responsabilidades asociadas a las lesiones en el lugar de trabajo • El coste de aplicar medidas de prevención en el futuro. Post relacionados: