Una de las propiedades más peculiares del agua es su capacidad natural para la capilaridad, una característica del agua que permite al fluido ascender de forma espontánea por conductos estrechos.
Las singulares características físicas del agua permiten este comportamiento aparentemente tan antinatural como es la capilaridad, que es posible gracias a las capacidades de cohesión y de adhesión del agua.
La cohesión es la propiedad del agua que mantiene a sus moléculas fuertemente unidas entre sí, y corresponde así a la fuerza con la que se atraen los dos átomos de hidrógeno de la molécula del agua. Se trata de una fuerza latente en cada molécula que se traslada por un efecto de multiplicación y de forma exponencial a todo el fluido.
La otra propiedad, la adhesión, es la facultad del agua para ser atraída por otras superficies y quedar fijada a estas. De aquí que el agua quede representada en forma de microgotas por allí donde pasa, por ejemplo, cuando el agua de lluvia cae por un cristal.
La capilaridad es un fenómeno natural del agua, que el hombre ha sabido aprovechar en gran medida en distintas aplicaciones, por ejemplo en los laboratorios, donde se utiliza para pasar agua de un recipiente a otro con comodidad y ofreciendo notables ventajas en los experimentos científicos.
En relación con la salud y el bienestar físico del hombre, el agua circula por el interior del organismo con sus propiedades intactas y activas, entre ellas la de la capilaridad. Esta facultad permite, por ejemplo, mejorar el tránsito del fluido en la circulación interior.
El agua que contienen las fuentes de agua para oficinas, ofrece agua al alcance de todos los trabajadores, un agua de calidad y con toda seguridad, que además, aunque de forma menos evidente, garantiza el acceso a un fluido con una física tan peculiar que le permite fluir con facilidad por todo el organismo.
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