Alimentarse equilibradamente y correctamente es una cuestión absolutamente clave y fundamental para nuestra salud y estado físico y mental. Contrariamente, unos hábitos alimenticios deficientes influyen negativamente en nuestro rendimiento laboral o académico, pudiendo ser la causa de diversos problemas de salud, que pueden ir desde un ligero malestar o una discreta obesidad, a enfermedades verdaderamente importantes que pueden llegar a poner en peligro la propia vida.
¿Qué puede considerarse una alimentación equilibrada?
Es realidad se trata de un concepto bastante flexible, puesto que personas con hábitos de alimentación muy distintos, sobre todo en lo que respecta cantidad de alimentos ingeridos diariamente, es posible que lleven una dieta que pueda considerarse óptima y equilibrada, aunque cada uno de ellos de una manera diferente.
La clave está en alimentarse de manera variada en las cantidades adaptadas a los requerimientos y condiciones personales de cada cual: sexo, edad, constitución física, posibles alergias o intolerancias alimentarias, existencia de alguna enfermedad crónica (por ejemplo, diabetes) y estilo de vida .
Tipos de alimentos básicos y consumo recomendado
Posiblemente la cuestión relacionada con la alimentación que más preocupa a la mayoría de personas es la variedad. Es habitual tener dudas sobre si estamos ingiriendo todos los tipos de alimentos necesarios en la proporción adecuada.
Aunque en realidad, alimentarse equilibradamente es más fácil de lo que parece, siendo suficiente con seguir más o menos la siguiente pauta:
- Leches y lácteos, cada día.
- Carnes y derivados: menos de 6 veces por semana.
- Pescado: 4 veces por semana.
- Cereales: pan a diario y el resto de 2 a 4 veces por semana.
- Verduras y hortalizas: cada día.
- Frutas: al menos 1 pieza al día.
- Aceite de oliva: al menos una cucharada sopera al día.
Salvo que tengamos algún tipo de intolerancia alimentaria o alguna enfermedad crónica, si ingerimos los alimentos anteriormente mencionados en las raciones indicadas, ya podemos considerar que nuestra alimentación es, cuando menos, aceptable y beneficiosa para nuestro organismo.
Claves para mejorar nuestra alimentación
Pero aún podemos mejorar aún más nuestra dieta siguiendo los siguientes consejos:
- Si se come fuera de casa, elegir un menú variado que incluya alimentos de todos los grupos básicos.
- Ser comedido con las raciones. En los últimos tiempos hay una tendencia a llenar los platos más de la cuenta.
- Los fritos, rebozados y lo guisos con grasas pueden ser indigestos, además de favorecer la obesidad e incluso enfermedades cardiovasculares, por lo que debemos evitar su consumo en exceso.
- La forma más sana de cocinar los alimentos es asados, a la plancha o al vapor.
- Comer despacio y pausadamente favorece la digestión y es muy bueno para combatir el estrés .
- Al planificar los menús, es muy importante elegir alimentos variados, de forma que semanalmente se incluyan productos de todos los grupos.
- No abusar de los alimentos de origen animal, sobre todo de la carne roja y las grasas.
- Consumir diariamente hortalizas, frutas y lácteos.
- Utilizar preferentemente el aceite de oliva para preparar los guisos o ensaladas.
- Tener en cuenta nuestro historial médico y comprobar si tenemos alergia o intolerancia a algún alimento para eliminarlo o restringirlo severamente de nuestra dieta.
- Hacer un cálculo de nuestros requerimientos calóricos y procurar respetarlo con el fin de mantener el peso en unos niveles ideales.
- Restringir al mínimo la bollería y las grasas saturadas, así como los precocinados y la comida rápida.
- No abusar de la sal.
- Garantizar la toma de las vitaminas y nutrientes necesarios para el organismo.
- Distribuir adecuadamente la ingesta de proteínas, grasas e hidratos de carbono.
- Si se tiene sobrepeso, ser aún más restrictivo con las carnes rojas y grasas. En general es suficiente con comer carne o pescado tres o cuatro veces por semana.
- Ingerir a diario y en abundancia frutas y verduras.
- Si es posible, lo mejor es hacer cuatro o cinco comidas ligeras al día, evitando que especialmente la cena sea muy copiosa.
Aunque la alimentación equilibrada es fundamental, ésta no es suficiente, por sí sola, para llevar una vida sana. Para alcanzar el bienestar físico y mental es necesario realizar habitualmente ejercicio físico adecuado a nuestra edad y estado de forma, para contrarrestar el excesivo sedentarismo, así como evitar situaciones de excesivo estrés o tensión de forma continuada.
El papel de las empresas en la alimentación de sus empleados
Es evidente que el estilo de vida de muchos de nosotros no favorece la adopción de hábitos de alimentación saludables. Las largas jornadas de trabajo, sumadas al resto de obligaciones personales, restan tiempo para planificar buenos menús, cocinarlos e ingerir comidas sanas en el número y horarios adecuados. El resultado de todo ello es que cada vez se come menos sano y, además, demasiado rápido y con muchos nervios y estrés.
Frente a este problema, las empresas pueden jugar un papel fundamental con medidas como:
- Establecer horarios y otras medidas que permitan conciliar la vida personal y familiar.
- Dar a los empleados el tiempo suficiente para comer: ninguna comida debería realizarse en menos de 40 o 50 minutos.
- Disponer de un office con lo necesario para que los empleados se puedan prepararse comidas nutritivas y equilibradas.
- Si la empresa dispone de comedor, preparar menús sanos, donde no falten las verduras, lácteos, cereales y frutas y alimentos proteicos (pescado o carne) al menos tres veces por semana.
- Organizar charlas y cursos sobre la importancia de cuidarse y mantener una alimentación adecuada.
- También existe la posibilidad de que la empresa ofrezca fruta fresca a sus empleados mediante la contratación de algún sistema de delivery de frutas, lo que hará que se sientan más satisfechos y a gusto en la empresa.
La alimentación es clave para la salud y está demostrado que unos trabajadores en buena forma rinden muchos más y, además, permiten el ahorro de cantidades considerables en bajas por enfermedad y accidentes laborales. Por lo tanto, una partida presupuestaria de la empresa para mejorar la salud de sus empleados no es un gasto inútil, sino una inversión que de buen seguro se va a recuperar tanto a corto como a medio y largo plazo.
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