La pieza básica del engranaje de funcionamiento de cualquier empresa son sus propios trabajadores. El equipo humano es el bien más preciado de una empresa, mientras que las herramientas, infraestructuras y el material tecnológico no son más que simples instrumentos en manos de los empleados, un apoyo para alcanzar los objetivos de la organización.
La motivación de los empleados sólo se puede conseguir y potenciar a través de un tratamiento integral y global de aspectos tan diversos como el bienestar, la comodidad y seguridad en el puesto de trabajo, las posibilidades de promoción o el desarrollo personal.
No es posible configurar un equipo de trabajo eficaz si antes no se escoge un buen líder. Por supuesto, debe tratarse de una persona con la formación, experiencia y competencias necesarias para asumir el cargo con garantías, pues de lo contrario no será respetado por los trabajadores ni obtendrá su confianza. Pero para ser un líder excelente no basta con eso. Un gran líder debe tener empatía y grandes dosis de comunicación con todos los miembros de su equipo. No sólo debe tener muy claros cuáles son los objetivos de la empresa, sino que debe saber comunicarlos debidamente, para conseguir que todos se muevan en la misma dirección. El jefe de equipo deber ser el canal que logre conectar y alinear los objetivos de la organización con los intereses individuales de cada empleado.
Los esfuerzos y logros de los trabajadores no deben pasar desapercibidos, sino que deben reconocerse y premiarse en función de una política previamente establecida. Para que sean realmente eficaces, los incentivos no deben limitarse a aumentos de salarios o bonus. También deben traducirse en otras formas como felicitaciones personales o reconocimientos públicos.
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Aunque es evidente que unas buenas condiciones de trabajo, que promocionen la salud y el bienestar, son indispensables para que el trabajador esté satisfecho y motivado, en la práctica es muy frecuente que el empleado no disponga de las herramientas o medios necesarios para poder realizar correctamente sus funciones. Esta situación es muy indeseable y debe evitarse a todo costa, así como otras circunstancias negativas como que el lugar de trabajo sea incómodo, falte espacio o no disponga de una sala para relajarse. 
Por otra parte, el ambiente laboral también tiene una relación directa con la motivación de los trabajadores. Por lo tanto, es fundamental potenciar las buenas relaciones entre los empleados y las de éstos con la Dirección de la empresa a través de acciones de marketing interno: organizar salidas, viajes de incentivos y otras actividades lúdicas para mejorar el compañerismo.
El talento se debe buscar tanto dentro como fuera de la propia empresa y una vez encontrado se debe potenciar y tratar de retener. Para conseguirlo no existen recetas mágicas, pero facilitar la promoción laboral, la rotación de funciones y la flexibilidad de jerarquías y plantillas son factores favorecedores del talento.
Esta cuestión clave debe entenderse como una filosofía dentro de la organización basada en la implicación de todos en la promoción de la salud y en la búsqueda constante del bienestar del empleado: higiene y comodidad en el puesto de trabajo, medidas anti estrés, etc. Cualquier esfuerzo en motivar a los trabajadores no debe tomarse como un costo, sino como una inversión para la organización. Esto es así porque los trabajadores satisfechos y motivados trabajan más y con más calidad y además faltan menos a su puesto de trabajo por motivo de enfermedad o accidente laboral, lo que eleva notablemente los niveles de rentabilidad y productividad de las organizaciones. Post relacionados:
