Conceptos como productividad, eficacia, mejora del rendimiento, óptima gestión, excelencia o rentabilidad siempre han estado muy presentes en el entorno laboral. Pero la actual situación de crisis a hecho crecer el interés de las empresas por mejorar, ser más eficaces y productivas, así como conseguir ventaja competitiva frente a la competencia. Lograr estas metas ya no es sólo un objetivo deseable, sino muchas veces un salvavidas que permita la propia supervivencia de la organización en un entorno cada vez más complicado. Para lograr ser más productivas y rentables, las empresas tienen que saber jugar adecuadamente todas sus bazas. Para ello deben intentar, por supuesto, sacar el máximo rendimiento a sus recursos tecnológicos e infraestructuras, gestionar adecuadamente el proceso productivo, aplicar métodos de mejora continua, modernizarse en la medida de lo posible, innovar y crear valor añadido.
El capital humano es el valor más preciado con que cuenta la empresa
No obstante, todo lo anteriormente expuesto no es posible si la organización no cuida, motiva y extrae lo mejor de su valor más preciado, de su activo más valioso: sus propios trabajadores. La base de cualquier organización, ya sea un pequeño negocio o una gran multinacional, son los empleados que la hacen posible, con independencia de la categoría que tengan, la función que les haya sido encomendada y la jerarquía que ostenten dentro del organigrama empresarial. Todos son igual de importantes pues en conjunto forman el engranaje que hace avanzar la empresa. Y si uno falla acaba provocando el mal funcionamiento del resto.
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Las claves para mejorar el rendimiento
Una vez asumido que las personas que trabajan en una empresa, dedicándole un gran número de horas y esfuerzo, son las piezas más importantes, para lograr el máximo rendimiento laboral y un mejor desempeño en el puesto de trabajo en cada uno de ellos es preciso tener en cuenta las siguientes claves:
Usar la comunicación de forma estratégica
Muchas empresas no cuidan la comunicación con sus empleados. Cuando esto ocurre, es cuestión de tiempo que se deteriore el feedback entre la dirección y sus trabajadores y entre departamentos o peor aún, que se haga añicos la buena sintonía entre los propios empleados. Una buena comunicación, tanto interna como externa, es un elemento totalmente indispensable para que la empresa alcance unos óptimos estándares de calidad y sea más productiva. El caso contrario, la falta de transmisión efectiva de información entre departamentos y empleados, trae consigo no sólo que se cometan más errores, sino que estos se perpetúen y la resolución de los problemas no llegue nunca o lo haga a destiempo. Para conseguir una óptima comunicación es preciso definir una estrategia e implementar diversos planes de actuación con acciones concretas encaminadas a:
- Mejorar el clima laboral.
- Coordinar adecuadamente el trabajo interno de la empresa. Todo empleado debe conocer perfectamente cuáles son sus funciones o tareas específicas y los procedimientos a seguir.
- Definir y comunicar claramente los objetivos de la empresa e involucrar a todo los trabajadores.
- Mejorar la imagen de la empresa a nivel externo,
- Generar buena reputación a través de una excelente atención al cliente.
Aumentar la motivación de los empleados
Un conjunto de empleados satisfechos en su lugar de trabajo, que se sientan valorados y reconocidos es, sin lugar a dudas, la mejor garantía para asegurar el óptimo funcionamiento de la empresa y la consecución de los objetivos planteados. Muchas veces se relaciona motivación exclusivamente con incentivos económicos, pero esta es una visión excesivamente reduccionista del tema. Aunque actualmente son muchas las empresas, tanto privadas como públicas, que utilizan con éxito sistemas de incentivos ligados a objetivos en forma de un plus salarial, existen otras muchas fórmulas para aumentar la satisfacción de los trabajadores y, por lo tanto, también su motivación, como por ejemplo:
- Programas de conciliación entre la vida familiar y personal con jornadas intensivas, reducciones de jornadas o flexibilidad horaria.
- Organización de viajes, actividades de ocio y otros eventos corporativos para mejorar el clima laboral y favorecer los lazos de fidelización e identificación con la empresa.
- Facilitar la desconexión. Organizar unos horarios más racionales o cómodos y estipular un tiempo de descanso donde los empleados puedan esparcirse, conversar tranquilamente mientras se toman un refresco, un agua fresca o un café y hasta jugar un rato al ping pong o darse un masaje, son experiencias que ya han sido ejecutadas con éxito por algunas compañías.
- Ayudar al trabajador a explorar nuevas facetas. La empresa puede ayudar al trabajador a conocerse mejor y a explorar facetas creativas de las que ni él mismo era consciente mediante la organización de talleres de pintura, de artesanía o de edición de vídeos. Las posibilidades son inmensas.
El papel de un coach
Si la empresa se lo puede permitir también puede contratar a un coach, un profesional especializado en motivar a los empleados y enseñarles técnicas de gestión del tiempo y mejora del desempeño laboral, con el objeto de alcanzar unas determinadas metas personales, profesionales y empresariales. Este tipo de profesionales pueden ser de gran ayuda para que los empleados sean capaces de usar, de la manera más efectiva posible, todo su potencial personal y también las herramientas que la empresa haya puesto a su alcance. También pueden ayudarles a superar esos baches personales que todos tenemos o a lograr que interfieran lo mínimo posible en su desempeño laboral.
En definitiva, la motivación de los empleados, la potenciación de la comunicación, la mejora del ambiente laboral y hasta el uso de un coach no tiene otro sentido que conseguir que los empleados sean, sencilla y llanamente, más felices. Porque la felicidad y la satisfacción son las formas más efectivas de crear sinergias positivas que, sin duda, van a redundar en empresas más eficaces y productivas. Post relacionados: