La calidad de vida en el trabajo es un concepto difícil de definir por la alta complejidad y gran variedad de indicadores involucrados: niveles de ingreso, salud ocupacional, calidad del medio ambiente laboral, grado de motivación, satisfacción laboral, identificación organizacional, bienestar de los trabajadores, etc. El principio en el que se basa la calidad de vida en el entorno laboral es que el trabajo debe tener una concepción positiva por parte de todas las partes implicadas: dueños de las empresas, directivos, cargos intermedios y empleados. Dicha concepción solo es posible si el ambiente laboral en el cual se desempeñan los empleados es positivo, conjugándose y coexistiendo tanto aspectos relacionados directamente con el trabajo como ajenos a éste pero influenciados por el mismo, siendo el ejemplo más importante la conciliación de la vida personal y familiar con la laboral.
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El mayor grado en la calidad de vida se alcanza cuando la vida de los empleados logra impregnarse de valores que les permiten disfrutar las relaciones que tienen con otros empleados de la organización y con el sistema de trabajo desde una perspectiva global.
¿Es medible la calidad de vida?
Al tratarse de una idea bastante subjetiva, las direcciones de las empresas tienen la posibilidad de utilizar una serie de estrategias que permiten detectar, mediante el diagnóstico constante, cuál es la realidad sobre la calidad de vida en el trabajo en los diversos niveles organizacionales, utilizando para ello procesos de acción participativa.
La observación, la comunicación fluida entre la dirección y los empleados y, en algún momento, la utilización de medios específicos como encuestas, pueden servir de termómeto para medir en qué punto se encuentra la calidad de vida de los trabajadores de una determinada organización.
¿Quién es responsable de conseguir el máximo nivel de calidad de vida en las empresas?
Evidentemente una cuestión como la calidad de vida, donde influyen factores de todo tipo, algunos relacionados con características psicológicas individuales y profundas y con la personalidad y carácter de cada empleado, no se puede dirigir ni imponer a la fuerza. Pero sí se puede mejorar. La responsabilidad de mejorar en la medida de lo posible la calidad de vida de los trabajadores, o al menos el deber de intentarlo desde un enfoque colectivo, es de la propia dirección de la empresa. Obviamente, no es posible obligar a nadie a ser una persona feliz pero sí actuar sobre aspectos como la motivación, la satisfacción o el bienestar, los cuales ayudan a mejorar la autoestima, la percepción de uno mismo y a cumplir los deseos de realización profesional o personal. La calidad de vida está muy relacionada con los pequeños detalles como disponer de un espacio de relajación en la oficina o realizar de vez en cuando actividades lúdicas, como organizar una caminata por el campo, practicar deportes de aventuras o asistir en grupo a un espectáculo deportivo o artístico. Cualquier motivo es bueno para estrechar lazos y mejorar la comunicación entre los diversos trabajadores de la empresa y reservar un espacio para el esparcimiento y el relax que actúe de contrapunto a las largas, y muchas veces tensas y estresantes, jornadas laborales. Post relacionados: