En los tiempos que corren, el estrés laboral está a la orden del día. Podría decirse que es una respuesta natural frente a las demandas de la actividad profesional. Cuando los requerimientos del puesto de trabajo demandan de nosotros excesiva atención, esfuerzo y tiempo, prolongándose y volviéndose excesivamente intenso, pueden afectar a la salud. En este artículo te contamos cómo se manifiesta, los síntomas del estrés laboral y los estresores que lo causan.
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Qué es el estrés laboral
El estrés es un fenómeno cada vez más frecuente, a pesar de que es relativamente reciente. Afecta al bienestar físico y psicológico de las personas y también puede afectar negativamente a empresas y organizaciones.
La Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés —SEAS— define el estrés laboral como el conjunto de respuestas cognitivas, fisiológicas y emocionales que se producen ante ciertos aspectos adversos del contenido, organización o ambiente de trabajo. Dicho de otro modo, el estrés laboral es una reacción física y mental que sufren las personas ante un cambio o reto relacionado con el trabajo. Por norma general, las personas sentimos una situación de estrés en el trabajo cuando experimentamos un desequilibrio entre lo que se exige de nuestro puesto y los medios reales con los que contamos para desempeñar esa exigencia.
¿Por qué se origina?
La sociedad actual es cada vez más propensa a experimentar el estrés laboral. Es probable que esto tenga que ver con los continuos cambios que se producen en el ámbito profesional; nuevas formas de trabajar, nuevos tipos de trabajo, nuevos ritmos. Concretamente, ¿qué situaciones provocan o son consideradas las causantes del estrés laboral? Enumeramos algunas de ellas, también llamadas estresores:
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Inexistencia de una descripción clara del puesto de trabajo o de la cadena de mando.
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El exceso o la falta de tareas que realizar.
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Plazos de entrega o de consecución de objetivos insuficientes.
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Ausencia de reconocimiento o de recompensa después de haber tenido un buen desempeño.
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No poder expresar las quejas o reclamaciones.
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La falta de estabilidad laboral o inseguridad sobre el mantenimiento del puesto.
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Estar rodeado de compañeros y superiores que no apoyan o colaboran en el trabajo de equipo.
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Estar expuesto a prejuicios por edad, sexo, raza o religión; o a violencia, amenazas e intimidaciones.
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Trabajo en condiciones desagradables o peligrosas.
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Que pequeños errores o distracciones puedan tener consecuencias serias o totalmente desastrosas.
Cuáles son los síntomas del estrés laboral
Ante una situación de desequilibrio en el entorno laboral, se desencadena una reacción física y mental que conocemos como estrés. Cuando se prolonga en el tiempo, este proceso en el que las emociones negativas dominan a las positivas puede provocar alteraciones de conducta o efectos físicos como estos.
Podemos sospechar que sufrimos estrés laboral nosotros o algún compañero de trabajo si sentimos algunas de estos síntomas:
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Emocionales: Apatía, aburrimiento, ansiedad, fatiga, sentimiento de culpa, vergüenza, irritabilidad, baja autoestima, nerviosismo, sensación de soledad.
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Psicosomáticos: Fatiga, problemas instestinales o estomacales, excesiva sudoración, hiperventilación, dolor de cabeza, taquicardia, mareos y náuseas, tensión muscular, contracturas…
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En el pensamiento: La persona que sufre estrés laboral se siente incapaz de tomar decisiones; tiene dificultades para concentrarse, bloqueos mentales, olvidos frecuentes…
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En el comportamiento: Por lo general, se manifiestan excesos de diversa índole, como de comida, bebida, tabaco, consumo de drogas; excitabilidad, alteraciones en el habla, conductas impulsivas o risa nerviosa, etc.
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En el trabajo: Es probable que se produzca absentismo y, en general, la persona que sufre estrés laboral experimenta una falta de satisfacción con el desempeño del empleo y mala productividad.
No dejes que el estrés afecte al buen clima de trabajo de tu empresa o lugar de trabajo. Ante todo, es imprescindible cuidar que los canales de comunicación con los trabajadores funcionan correctamente. La libertad para que todo el equipo pueda ofrecer sus puntos de vista tanto en las cosas qué se hace y cómo se hacen es la clave para mantener la buena salud mental de todos.