No todas las personas debemos alimentarnos de la misma forma y, sobre todo, no en la misma cantidad. Por este motivo, a la hora de planificar nuestra alimentación es necesario tener en cuenta una serie de factores personales, como las posibles alergias a ciertos medicamentos o los requerimientos físicos e intelectuales de cada cual en función de su trabajo y nivel de actividad.
Tu plan nutricional en 5 pasos
Si quieres mejorar tu salud y bienestar, rendir al máximo en el trabajo y tu vida diaria y sentirte más satisfecho contigo mismo es muy importante que te alimentes correctamente. Para ello es fundamental que elabores un plan o programa nutricional, para cuya efectividad es recomendable seguir los siguientes pasos:
1) Tener en cuenta el historial médico
Como paso previo a la elaboración de una estrategia alimentaria debes saber, mediante pruebas médicas específicas en caso necesario, si tienes algún tipo de alergia o intolerancia a algún alimento para eliminarlo inmediatamente de tu dieta.
Si eres diabético o tienes alguna otra enfermedad crónica tu alimentación debe ser más estricta, con un mayor control sobre determinados tipos de alimentos y máximo rigor en las cantidades ingeridas.
2) Hacer un cálculo de los requerimientos calóricos de cada persona
Los primeros factores que se deben tener en cuenta para dicho cálculo son el peso, estatura, complexión, sexo y edad. Pero no son los únicos, ya que obviamente no tiene las mismas necesidades una persona que hace mucho deporte o tienen un trabajo donde se realice un gran esfuerzo físico, que un individuo con una vida sedentaria y un empleo que tenga lugar en una oficina, sentado frente a un ordenador.
Un dietista o cualquier otro profesional de la nutrición puede ayudarnos a efectuar este cálculo con una gran precisión mediante una visita donde, además de una exploración física, nos haga una entrevista sobre nuestro estilo de vida y hábitos de alimentación y ejercicio físico.
3) Establecer un plan basado en la variedad y distribución adecuada de los alimentos
Tomando como base el número de calorías recomendables según nuestras circunstancias, podemos empezar a establecer una plan de alimentación que tenga en cuenta lo siguiente:
- Garantizar la toma de las vitaminas y nutrientes necesarios para el organismo.
- Llevar una alimentación equilibrada, con una distribución adecuada de proteínas, grasas e hidratos de carbono.
- Evitar las carnes rojas y los alimentos con exceso de grasa, especialmente si se tiene sobrepeso. En general es suficiente con comer carne o pescado tres o cuatro veces por semana.
- Ingerir a diario frutas y verduras.
- Si es posible, lo mejor es hacer cuatro o cinco comidas ligeras al día, evitando que especialmente la cena sea muy copiosa.
4) Ajustar la alimentación a cada circunstancia y momento
Las personas no solemos tener unos mismos patrones de actividad durante todo nuestra vida. Nuestras circunstancias van cambiado en el transcurso de nuestro ciclo vital y factores como un cambio de profesión, comenzar o dejar de hacer deporte, ir cumpliendo años o contraer una enfermedad puede provocar modificaciones importantes en nuestro estilo de vida y en nuestras necesidades de alimentación.
Muchas personas tienden a llevar una vida más sedentaria a medida que cumplen años pero, sin embargo, siguen manteniendo los mismos hábitos de alimentación sin tener en cuenta que ya no necesitan tantas calorías. Esta actitud es tan errónea como frecuente.
5) Intentar mantener el peso y controlar los niveles de glucosa y lípidos
Cualquier plan de alimentación debe tener por objetivo evitar el sobrepeso, las enfermedades crónicas y las situaciones de riesgo, como tener colesterol alto, ya que se aumentan las posibilidades de sufrir un accidente cardiovascular.
En función de estas metas, un buen plan nutricional debe basarse en tres pilares: dieta sana y equilibrada, evitar excesos de grasa y azúcares para no disparar los índices de glucosa y de colesterol, triglicéridos, etc. y mejora de las digestiones.
Por otro lado, hay que tener claro que la alimentación equilibrada por sí sola no es suficiente para llevar una vida sana, por lo que se debe complementar con el ejercicio físico moderado y evitar situaciones de excesivo estrés o tensión.
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