Un informe del Foro Económico Mundial, The Workplace Wellness Alliance, ha puesto de manifiesto que la inversión de las empresas en la salud laboral de sus empleados, además de repercutir positivamente en su bienestar y nivel de satisfacción, es también rentable en términos económicos: por cada euro invertido en programas de bienestar, la empresa recupera un promedio de 2,54 euros. Sin duda, se trata de un retorno de la inversión (ROI) muy interesante.
Los programas de prevención de la salud y de los riesgos laborales, los cursos sobre hábitos saludables, las terapias para dejar de fumar y, en general, todos las acciones enfocadas a mejorar el bienestar y el buen estado físico y mental de los empleados son de gran ayuda a la hora de reducir las bajas laborales por enfermedad o accidente.
El coste de cada trabajador con el perjudicial hábito de fumar representa para la empresa una pérdida de unos 2.000 euros anuales por dos conceptos: absentismo laboral por enfermedad y un nivel más bajo de productividad.
Este cálculo se basa en el hecho demostrado que las bajas por enfermedad en un trabajador fumador suelen durar, de término medio, 4 días más que las de los empleados no fumadores, ya que son más propensos a coger catarros, gripes y otras enfermedades más graves y su recuperación es más lenta. Por otro lado, diversos estudios de productividad laboral han constatado que las personas fumadoras pierden aproximadamente media hora de trabajo al tener que abandonar su puesto para dar unas caladas a sus cigarrillos.
Con estos datos sobre la mesa, ¿quién puede poner en duda que la puesta en marcha de cualquier programa para ayudar a sus empleados a desintoxicarse del tabaco va a resultar muy rentable para la empresa en el corto a medio plazo?
Según datos de la Sociedad de Prevención Fremap extraídos de los casi 780.000 reconocimientos médicos realizados a trabajadores de diversas empresas durante el año 2013, un 33% tenían problemas de audición y un 75% presentaba dificultes de visión, un 47% sobrepeso y un 13,6% índices inadecuados de colesterol.
Detectados a tiempo, estos problemas de salud pueden corregirse o al menos mejorarse, si al trabajador se le indican unas pautas saludables en su alimentación y estilo de vida. Un proceso preventivo de este tipo puede reducir las bajas laborales y, lo más importante, mejorar la salud del conjunto de los trabajadores y, por consiguiente, su nivel de satisfacción y capacidad productiva.
Por si el aumento de la calidad de vida de los trabajadores no fuese suficiente motivo para que las empresas aumenten sus partidas de inversión en salud laboral, seguro que el dato empírico que relaciona inversión en bienestar con mayor productividad y un ROI positivo sirve para convencer a muchas empresas a revisar al alza sus actuales programas de salud laboral.
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